La mirada.
Para escribir tengo que estar sola, o tal vez porque esté sola. Pero cuando el gringo está conmigo, yo prefiero estar con él. Y así sucedieron estos días.
Mientras la vida pasa, yo trato de elevarme cuanto puedo, porque descubrí que desde arriba siempre se ve mejor.
Esta tarde salí del consultorio de una médica. El tema me tiene mal, preocupada, angustiada. Pero no voy a hablar sobre eso. Antes de retirarme averigué por una remisería. No me pregunten por qué, pero sentí que hoy no debía manejar. Me dicen que bajando, a la izquierda, había una. Bien. Bajé, miré hacia la izquierda la ví. Y tomé en dirección contraria.
¿Qué? ¿Tengo ganas de caminar? No estaba muy segura. No sabía hacia donde iba. Caminé bastante.
De pronto me detuve en un cajero automático entré, hice una extracción y cuando estoy saliendo del banco me detiene un muchacho de aspecto sencillo, cargado de baldes y material de limpieza, pequeño, pero con unos ojos increíblemente verdes, grandes, rasgados. Bellos. Bello.
Zas, pensé. Me va a pedir plata.
.- Señora, disculpe. ¿Podría decirme cómo consiguió el collar que tiene puesto?
Me reí, saqué un cigarrillo, lo encedí. Y pensé qué boluda, ahora me afanan claro, me vio saliendo del banco seguro aparece alguno por detrás, corriendo, y me quita la mochila y yo acá como una imbécil fumando y mirando esos ojos.
.- ¿El collar? No es un collar, es un mala.
.- No es un mala, es un japamala.
Me sorprendo. No entiendo. Sigo esperando el robo.
.- ¿Un qué?
.- Un japamala lo que usted tiene está hecho con madera de Tulsi, un árbol sagrado de la India. Dicen que quien lleva un Tulsi en el momento de la muerte no conocerá el infierno. ¿Usted fue a la India?
Le contesté que no, que a pesar de mi apariencia (del Tulsi, mis tobilleras, y mi arito en la nariz), no me sentía preparada para hacer ese viaje. Que había sido un regalo de mi mamá, que acababa de volver.
Hablamos cerca de una hora. No es que quiera guardarme los detalles de ese encuentro. Creo que me falta tiempo para procesarlo. Pero entre todas las cosas que nos dijimos y fuimos descubriendo, me quedo con tres: el mala que sacó de su bolsillo, también de Tulsi (y que me dejó sostener durante un rato), el relato de una boda que está por oficiar, y la mención de Krishna y una historia sobre la muerte.
Ojalá, lo que sigue, lo lea Juan.
Al hablarme de Krishna y la muerte, recordé a Carlitos Rivelli Juan.
Recordé a Kay.
Pero el nombre de Kay, salió de sus labios antes que de los míos.
En ese momento hubo una conexión profunda entre nosotros. La pregunta, en mi cabeza, era qué magia mueve ciertos hilos para que yo estuviera allí. Hay cientos de miles de personas a tu alrededor y vos caminás por donde no deberías estar caminando y de pronto alguien se fija en tu collar.
.- ¿Conocías a Kay? Fue mi pregunta. Obvia. Estúpida. Incrédula.
.- Estuve con él hasta el final. ¿Sabés cuales fueron sus últimas palabras?
.- No.
.- Lo único importante es el amor.
.- Ahora que recuerdo recibí un mail que anunciaba su muerte, y sí, esas palabras estaban en el mail poco antes de morir le mandé el Credo de un guerrero no sé si lo habrá leído
.- Lo leyó.
.-¿Y vos como sabés?
.- Porque yo se lo leí. Y yo mandé aquel mail. Yo soy M señora.
Hubo un silencio que no puedo definir, ni las miradas, ni nada.
No volvió a tutearme. Yo le di un beso. Nos despedimos con un hasta pronto, o hasta cuando la vida lo diga, o hasta nunca jamás. Dije uno nunca sabe. Y por primera vez sentí que había dicho la frase más idiota de todos los tiempos. Algo me cambió en la cabeza. También en mi estado de ánimo.
Ahora sé que siempre sabemos.
Nota: El japamala es un rosario de 108 cuentas que, paradójicamente, enseña la Unidad.
Mientras la vida pasa, yo trato de elevarme cuanto puedo, porque descubrí que desde arriba siempre se ve mejor.
Esta tarde salí del consultorio de una médica. El tema me tiene mal, preocupada, angustiada. Pero no voy a hablar sobre eso. Antes de retirarme averigué por una remisería. No me pregunten por qué, pero sentí que hoy no debía manejar. Me dicen que bajando, a la izquierda, había una. Bien. Bajé, miré hacia la izquierda la ví. Y tomé en dirección contraria.
¿Qué? ¿Tengo ganas de caminar? No estaba muy segura. No sabía hacia donde iba. Caminé bastante.
De pronto me detuve en un cajero automático entré, hice una extracción y cuando estoy saliendo del banco me detiene un muchacho de aspecto sencillo, cargado de baldes y material de limpieza, pequeño, pero con unos ojos increíblemente verdes, grandes, rasgados. Bellos. Bello.
Zas, pensé. Me va a pedir plata.
.- Señora, disculpe. ¿Podría decirme cómo consiguió el collar que tiene puesto?
Me reí, saqué un cigarrillo, lo encedí. Y pensé qué boluda, ahora me afanan claro, me vio saliendo del banco seguro aparece alguno por detrás, corriendo, y me quita la mochila y yo acá como una imbécil fumando y mirando esos ojos.
.- ¿El collar? No es un collar, es un mala.
.- No es un mala, es un japamala.
Me sorprendo. No entiendo. Sigo esperando el robo.
.- ¿Un qué?
.- Un japamala lo que usted tiene está hecho con madera de Tulsi, un árbol sagrado de la India. Dicen que quien lleva un Tulsi en el momento de la muerte no conocerá el infierno. ¿Usted fue a la India?
Le contesté que no, que a pesar de mi apariencia (del Tulsi, mis tobilleras, y mi arito en la nariz), no me sentía preparada para hacer ese viaje. Que había sido un regalo de mi mamá, que acababa de volver.
Hablamos cerca de una hora. No es que quiera guardarme los detalles de ese encuentro. Creo que me falta tiempo para procesarlo. Pero entre todas las cosas que nos dijimos y fuimos descubriendo, me quedo con tres: el mala que sacó de su bolsillo, también de Tulsi (y que me dejó sostener durante un rato), el relato de una boda que está por oficiar, y la mención de Krishna y una historia sobre la muerte.
Ojalá, lo que sigue, lo lea Juan.
Al hablarme de Krishna y la muerte, recordé a Carlitos Rivelli Juan.
Recordé a Kay.
Pero el nombre de Kay, salió de sus labios antes que de los míos.
En ese momento hubo una conexión profunda entre nosotros. La pregunta, en mi cabeza, era qué magia mueve ciertos hilos para que yo estuviera allí. Hay cientos de miles de personas a tu alrededor y vos caminás por donde no deberías estar caminando y de pronto alguien se fija en tu collar.
.- ¿Conocías a Kay? Fue mi pregunta. Obvia. Estúpida. Incrédula.
.- Estuve con él hasta el final. ¿Sabés cuales fueron sus últimas palabras?
.- No.
.- Lo único importante es el amor.
.- Ahora que recuerdo recibí un mail que anunciaba su muerte, y sí, esas palabras estaban en el mail poco antes de morir le mandé el Credo de un guerrero no sé si lo habrá leído
.- Lo leyó.
.-¿Y vos como sabés?
.- Porque yo se lo leí. Y yo mandé aquel mail. Yo soy M señora.
Hubo un silencio que no puedo definir, ni las miradas, ni nada.
No volvió a tutearme. Yo le di un beso. Nos despedimos con un hasta pronto, o hasta cuando la vida lo diga, o hasta nunca jamás. Dije uno nunca sabe. Y por primera vez sentí que había dicho la frase más idiota de todos los tiempos. Algo me cambió en la cabeza. También en mi estado de ánimo.
Ahora sé que siempre sabemos.
Nota: El japamala es un rosario de 108 cuentas que, paradójicamente, enseña la Unidad.
15 comentarios
Mon -
Grace -
increíble.
una experiencia hermosa.
Mon -
Me dijo que son cosas que ocurren pocas veces en la vida. Que él me dijo lo que yo estaba necesitando escuchar.
Lo único importante es el amor. Ahora. El amor en todas sus manifestaciones.
Después hablamos de lo difícil que es quitarle al amor el molde de la ilusión, para poder mirar la Verdad que irradia, siempre que no cerremos los ojos, ni hagamos del temor nuestro ídolo.
Alex -
Mon -
NO tengo intención de verlo. NO hay nada que limpiar.
NO voy a andar revoloteando por ahí buscando queseyoquecosa.
Parecés mi hermana en los capítulos finales de "Resistiré".
ESTOY BIEN con el gringo, todavía me queda camino para hacer con él.
Nunca sé cuanto. Nunca sé nada. Pero hoy no movería nada de lugar.
Y menos para emprender una aventura con un Hare Krishna.
Lo que teníamos, ya fue dado.
¿Qué sabés de Chu Tajauer? jejeje.
La última vez que estuvo en casa creo que se fue pidiendo pista :))
Alex -
Mon -
y preferiría enyesarme el brazo antes que demostrar temblor frente a un desconocido... me gusta más que tiemble el otro :)))
Mon -
Si quisiera encontrar a ese chico, sabría como hacerlo. Siempre se puede.
Pero no es el caso.
¿Y quién es Tobey Magwyre ???
Alex -
Mon -
sí estaba sola y sí se lo conté.
solo me preguntó si me había enamorado (juas)... después hablamos mucho y me hizo notar que no es la primera vez que me pasan cosas así cuando llevo ese collar.
otra gente, antes, se comunicó conmigo a causa de el.
besiños.
juanpol -
Lari -
Te leía y la película pasaba por mi cabeza.. también pensé en vos llegando a tu casa.. ¿estabas sola? ¿estaba Victor? ¿le contaste algo?
te mando besos ;)
Mon -
O las leemos y creemos que creemos en ellas.
La frase "lo único importante es el amor" no es nueva, ni fue Kay quien la inventó.
Pero cuando la repitió M., resonó en mi interior con una fuerza que tal vez estaba necesitando.
Nunca antes estuve tan en contacto con mis experiencias... buenas, o no, son lecciones, todas. A veces mis experiencias se convierten en preguntas. Y a veces las respuestas llegan así, de este modo. Más que respuestas son señales (es por aquí, no es por allá...)
Pero una cosa tengo clara: no hay un producto terminado, nunca nada cierra del todo, y las cosas nunca son como queremos que sean... son como se nos presentan ahora.
Memé -
Es lindo lo que cuentas, y repito que no creo que sea nada casual. Ese encuentro tenía que pasar y pasó. Alguien o algo se encargó de que pasara.
juanpol -
gracias. y no digo mas, por que no vale la pena, lo que contas vos es... todo. :)
seguimos.