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VOLVERSE HUMANO

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Ayer/lejos/luz.

Ayer/lejos/luz. el mundo está lleno de paraderos, al fin y al cabo, donde quizá esperan sueños de tal riqueza que valen todos los viajes de ida y en una de esas ninguno de vuelta.

cortázar- los autonautas de la cosmopista.

Tratos.

-¡Callate!, me gritó. Con ojos desorbitados, el llanto queriendo escapar de su garganta vociferante, el mango de la cuchilla golpeando contra la mesa.
-¿Callate? callate las pelotas, dije yo.
Tomé mi bolso y le advertí que de ahora en más, si quería saber sobre mí; llamara.
-¡¡¡No pienso llamarte!!!
-Que bueno, yo tampoco; con la locura no hay diálogo posible.

Y me fui.

Mientras regresaba por la ruta de la costa desaparecían las águilas, las montañas, las verbenas que tapizan las banquinas, las retamas en flor, el incendio de ayer por la noche. Mis logros de este día. Yo, la de hoy; daba paso a la de ayer.
Una mujer diciendo que sí con tal de…
Una mujer tapando agujeros con tal de…
Una mujer temerosa con tal de que no…
Lo sentía a medida que me hundía en el asiento de mi auto. En mi falta de lágrimas, en la sensación de lo ya vivido, en lo paralizante de ciertas situaciones por inesperadas, por inexplicables, por explosivas.

Y porque no llevo puñales escondidos por si acaso.

Pero lo que en otro momento de mi vida hubiera resultado muy costoso, sólo me costó un alto en el camino y una taza de café. Para pensar. Que por primera vez, frente a esa persona, no mastiqué silencios. También abrí mi boca y vomité sobre su mesa.

Tu trato no me debilita. Tu trato me da pena. Tu trato es patético. Tu comprensión es nula.
Ya sé que te peleás contra el cariño. Que de un modo u otro necesitás lastimar. Dinamitar puentes, quedarte en pelotas. Culpar a los muertos por ser como sos. Endiosar humanos para llenar tu jardín de epitafios: “aquí yace quien no era”.

Pero yo,
yo no voy a yacer en tu jardín.

Contrastes.

Hoy, Pedro, también seré metonimia.
Hay días de contrastes tan arrasadores que se llevan la mitad de la belleza, la mitad del dolor, la mitad de una; incluso la mitad del cielo.

Buscaba un regalo para mi madre, pero sentía la necesidad de hacer algo con mis manos (ya saben, las nenas acosamos a papá pero nacemos con el cáliz de la creación en el cuerpo).
Tenía la idea pero me faltaba el tiempo: un altar para su Kuan Yin me insumiría la madrugada entera. Lo terminé a las siete de la mañana. Tomé un somnífero y me fui a la cama. De día. Perros que ladraban, gallos cacareando, Nevenka llegando de un recital, el Gringo arropándome.
Las pesadillas me saturaron y a las nueve decidí que ya no quería más tormentos.
- dormí un poco más- me decía él.
- que no, ayudame a despertar- decía yo.

Me ayudó. Desperté. Llevé el altar a la mesita del parque. Medité allí. Pedí por mis hijos. Pedí que no tuvieran remordimientos si decidían no llamar, pedí no sentir enojos, pedí trabajo para el gringo; pedí amor.

Me demoré en el trayecto hacia la casa de mi madre. Me sentía – hoy, y no sé por qué- la más bonita de la clase (.) y detuve el auto en varias oportunidades para bajarme, poner mi máquina en automático y fotografiarme. Otros pasaban, aminoraban la marcha, algunos miraban divertidos, otros con conmiseración. ¿Para quién esas poses, para quién sonreía si allí no había nadie más que yo? Me encantó, me divertí. No me importó.
Me doy cuenta de que mi libertad de aquí, no es mi libertad de allí.

Mi madre lloró mucho al ver mi regalo.
Lloró tanto que yo no sabía si sentirme feliz o que.
Pero me sentí feliz.

Para que vean que también puedo ser malvada, disfruté provocando a la pareja de macrobióticos durante todo el almuerzo. Me dieron un magnífico pie: mañana celebran sus bodas de oro.
Les sugerí que ya era momento de replantearse el para qué de tanto pegoteo. “Adaptación” fue la respuesta. Ella contó sus artes en semejante oficio. De cómo las mujeres, cediendo, consiguen maridos a medida.
Domesticar hombres.
Se mereció todo lo que tuvo que escuchar después.
Y volví a sentirme feliz, esta vez por mi libertad.
Y por no desear domesticar a nadie.

A pesar del cansancio no quise regresar de inmediato. Necesitaba dormir pero preferí pasar por el cyber, revisar el correo, entrar al sitio de Él, darme una vuelta por mi blog, abrir y cerrar el msn, y añorar mi lugar, mi computadora, mi música, mi media luz, mis velas, mis sahumerios, mi silencio, mi perro durmiendo a mi lado, mi gata durmiendo contra mi pecho mientras tipeo.

Afuera, en la plaza (porque aquí todo ocurre en la plaza), se mezclaban los truenos con los tambores furiosos de las murgas.
Llegaron con sus trajes brillantes,
y
a) el banderillero es un chico con síndrome de down,
b) la directora fue mesera en mi boliche,
c) el pibe que echa fuego por la boca sirve café en el barcito de la esquina,
d) gordas, bajas, altas, flacas, rubias, morenas, celulíticas, exuberantes, adiposas o arrugadas; nada importa.
Nada.
Salvo el deseo irrefrenable de moverse. Expandirse. Lanzar patadas al aire.
Y la energía circula y todo se vuelve magnético, extraño, entraña profunda.
Y yo, que muero por bailar en una murga, me senté en el cordón de la vereda a mirarlos extasiada, fuera de mí, en otro plano que me permitía comprender la belleza de habitar este pueblo; donde las cosas simplemente suceden, donde los tordos que allí duermen, huían inquietos tapando con su vuelo la otra danza.
La de los rayos.
Y me quedé. Mirando el fuego, mirando el cielo.

Los murgueros se fueron.

Los pájaros regresaron a los plátanos.

Y yo, que no soy ni árbol ni pájaro ni trueno, regresé en mitades a otra mitad de la que cada vez, cada día, queda menos…

Atrevimientos.

Atrevimientos. Hoy estuve en un lugar al que no había podido regresar en años.
A medida que me acercaba mis pasos se volvían lentos y mi mirada viva.
Lo encontré cambiado. Algo se había detenido en mi memoria, el recuerdo fresco se derritió como un helado; era y no era.
Sin embargo el café seguía allí.
Y la disquería en la que aquella noche compré lo que estaba sonando: "Kind of blue".
Caminé escuchando una música nueva.
Y compré lo que hoy, cuatro años después; estaba sonando: "Hai un paraiso, de Luar Na Lubre".

Hai un paraiso nos confíns da terra,
hai un paraiso ao que guian as estrelas
.

Después,
guiada por el Sol, llegué hasta el sitio exacto en que te ví. Por primera vez.
Cuando entonces supe lo que hasta hoy sé.

Salí del confín de la tierra, porque no hay paraísos sin vos.
Un chico me detuvo poniendo en mi mano una tarjeta del zodíaco. La miré: Tauro. Le pregunté qué quería.
-nada, linda.
-te la devuelvo, no soy de Tauro.
-¿de qué signo sos?
-Leo.
- ay linda, sos muy simpática para ser de Leo. Que lindos ojos tenés. Son claros.
- bueno, ¿cuánto hay que pagar?
- nada, linda. ¿y tu marido de qué signo es?
- no tengo marido.
- pero sos muy linda para no tener marido.
- y vos sos muy mentiroso. Tomá. ( saqué unas monedas, y caminé buscando un taxi).
Me subí al primero que encontré.
Calaveras y diablitos en la radio. Me pregunté si era un complot, o que.

Hubiese deseado viajar con los ojos vendados.
Ya no ver carteles anunciando el día de la madre.
Anunciando viajes.
Anunciando ya que importa.
Todo parece lejano.

Entré a mi departamento que hace días se ve diferente.
Ropa tirada, compactos tirados, libros tirados, platos apilados en el fregadero.
Duermo la siesta en mi cama.
De noche duermo en el living.
Tengo 47 años y escucho 47 veces la misma canción.

Me voy esta noche a Merlo.
Esta vez partiré sin equipaje.
Yo.
Solo yo. Sin cristales, sin lectura, sin música. Sin nada que pueda distraerme de mis sensaciones; esas que cantan solas, que mantengo presas en el alma, y que piden bailar ante mis ojos.
Vendados.

Instinto.

Instinto. El post anterior era lo suficientemente personal como para hacerlo llegar a su destinatario por otra vía.
Pero necesité que quedara aquí.
No sólo por mí, y por él.
También por ustedes. Que aprendieron a conocerme, que saben, que desentrañan, que respetan. Que están.

Hoy no tengo ganas de escribir,
me siento exhausta.
Pero quiero dejarles este poema.
Y mis besos.

Dejemos que los sabios parloteen
Nada de lo que dicen es cierto, excepto
que la vida es muy breve. Se fue la flor marchita
para siempre, y el resto es mentira y locura.

El dedo del destino tan solo una palabra
escribió antes de irse. Nada, ni la inteligencia,
ni el amor, ni la compasión, hará que se retracte.
No hay lágrimas bastantes para poder borrarla.

Entonces llamé al Hado, preguntándole
¿Es posible que el destino nos lleve entre tinieblas?
Y el Hado me respondió: "jamás preguntes nada
y déjate llevar por el más ciego instinto"
.

Omar Khayyam.

Él.

Él. Por Ella.

“La mayoría de las personas están ocupadas en revolver mochilas, valijas, fosas nasales y ombligos (me incluyo), por lo que pocos notan mis estados. Vos, entre los pocos. Aún hundida en tus propias tristezas, o precisamente por eso, ¿cómo se hace para cargar mochilas y extender manos para, además, soportar el peso de los otros?”

Me preguntás como se hace. Y yo te digo: aprendiendo a recibir.
Durante mucho tiempo creí que podía prescindir de todos.
Cerraba puertas.
Bajaba persianas.
Apretaba la boca. No sabía pedir.
A mí nunca se me había roto el corazón. De amor.
Un corazón roto es un corazón abierto. Expuesto. Vulnerable.
Podés arreglarlo, claro.
Alambrarlo con púas, vestirlo de acero.
Arrancártelo.
O podés dejarlo como está. Y ser una persona más genuina.
Entonces extendés tu mano y encontrás otra mano.
¿Cómo no soportar el peso de los otros, cuando ellos soportan el mío? Porque mi mano también pesa. Ya no quiero parecer inquebrantable. Ya no quiero disimular, mentirme, ocultar mis sombras con un único propósito: ser querida.
Todavía me cuesta. Todavía, en ocasiones, mido mis palabras, escondo los gestos de mi alma, evito las miradas, me arrepiento de lo dicho.
Todavía no me creo. Todavía tengo miedo. Todavía me escondo para llorar.

Anoche dijiste: “tratá de encontrar un punto, una maderita, unos ojos que te sirvan de amarre, aferrate a algo y salí de la tristeza.”
Y no alcancé a explicarte…
que mi maderita es mi hija, que no puedo amarrarme a lo que no tengo.
Que no siempre puedo salir de la tristeza. Aunque me quieras. Y me lo digas.
Y tampoco alcancé a explicarte…
que no fui justa con vos. Que te exigí presencias permanentes para poder sobrevivir a otras ausencias. Y te pido perdón por eso. Yo no lo sabía.
Y ahora que lo sé, ahora que de tanta soledad tengo mi catálogo aprendido, nos quiero libres de culpa y cargo. Nos quiero libres de toda nostalgia. De toda amargura por lo que pudo haber sido, porque HAY VERDAD; no sé si en la predestinación –aunque yo crea en ella y vos te pelees con tu sexto sentido-

“Tal vez estemos destinados a reencuentros eternos, una y otra vez, reconociéndonos por meternos las manos en los bolsillos y encontrar tristezas tan familiares unas con otras”.

No hace falta que metas las manos en los bolsillos. Yo te reconocería con los ojos vendados y aún sin tocarte.
Y si entraste a leerme para confirmarte lo lejos que estoy…
estoy tan lejos como quieras que esté.
Estoy a ochocientos kilómetros, estoy a veinte minutos, estoy en un bar tomándome tu coca.
Estoy en tu cristal.
Estoy en nuestras cartas, estoy en mi/tu uroboro, en la imagen de T., en tus excusas para escribir.
Estoy.
Y ningún viaje dura una ausencia. Ningún viaje, tuyo o mío, nos lleva tan lejos que no podamos alcanzarnos. Acercarnos. Reencontrarnos.

Sabernos para siempre.
En esta vida.
Porque aún es.

@ morning light – café del mar

Lunares.

Lunares. ¿Quién podrá responder a mi pregunta?... cuando pregunto,
¿de qué están hechas las lágrimas?, que pesan tanto.
Que gusto a viento tienen las distancias.

J. L.

Me colgué mi collar de cuarzo rosa, ése, el que deseaba comprar hace meses; por el que tantas veces entré a la joyería
–no... que es grande, que es pesado, que es muy caro...
y me iba, pero sabiendo que algún día volvería por él; que no se vendería, que me esperaría… suele pasarme cuando le tomo amor a un objeto, antes me pasaba con las personas, pero las personas me desilusionaron cuando descubrí que no sólo eran objetos; que en realidad eran como objetos pero irremediablemente fallados y sin garantía, ni qué decir cuando yo misma pasé de la categoría objeto a la categoría persona…
me hubiese gustado ser el objeto que vos quieras, de esos objetos entrañables, de esos objetos que elegirías llevarte si solo pudieras llevarte un objeto a una isla, a tu cama, a tu tumba, que conservaras como único recuerdo de esta vida y me buscaras en otras; tu karma, tu sombra, tu espejo más bello, la parte más suave de tu piel -¿detrás de tus rodillas?, ¿tu axila?, ¿el lóbulo de tu oreja?, ¿tus párpados cuando duermes?- hay partes más suaves, lo sé… y al tacto se parecen mucho a las cuentas del collar que llevo puesto; ah… la memoria, puedo olvidar mi número telefónico pero de la piel no me olvido; -¿un lunar será un objeto?- ¿y muchos lunares?- ¿qué son muchos lunares sobre la piel de una espalda desnuda que mis manos acarician por debajo de estas teclas?-. hay tantas cosas que no sé como nombrar, hay tantas cosas sin nombrar; hay tantas cosas, todavía.

@ titania- mike rowland

Cansada.

Cansada. Me voy por unos días a Merlo, así que los saludo, les dejo mi cariño y mi nostalgia por anticipado.
Son tan preciosos, y este mundo es tan virtualmente efímero…
sé que… tarde o temprano, nos iremos dejando porque seremos llamados a transitar caminos sin finales, lejos, cerca, no importa… pero los cruces se harán difíciles, aunque nos pensemos, aunque nos añoremos, ¿qué tanto del destino manejamos? ¿qué tanto de nuestros deseos?

Tengo aquí, conmigo, a mi Kuan Yin.
Y meditando con ella surgió la necesidad de escribir esto, que, como todo escrito; esconde un borrador, palabras no dichas, palabras inconvenientes, sentimientos privados, todo aquello que jamás diremos para seguir viéndonos bonitos, buenas personas, confiables, en fin… lo que ustedes esperan de mí, lo que yo espero de ustedes… lo que tanta gente espera de nosotros allí, afuera, en la calle de la vida real, sobre puentes de concreto, en el bar de la esquina, en cama propia o ajena.

Escribir es mentir, (¿no, Pedro?), y saben que… me daría vergüenza vivir como escribiendo.
Y todavía… todavía no puedo escribir como vivo. Prefiero hablarle a una estatuilla mientras fumo y lloro en silencio; o me río sola de mis peticiones. Mi casa parece un templo panteísta. Una amiga entró, miró todo y me dijo (irónicamente): -claro, si no te funciona con uno, te funciona con el otro-
Y no, a veces las cosas no funcionan.
Y mi fé es la misma.
Y mi energía también.
Y todas mis Madres son Una.
Y yo soy yo.
Y a veces me siento agotada. Enviar Luz a tanta gente, a tantas situaciones de mierda, y hacerlo con el corazón, desde la paz más profunda de la que soy capaz, sintiendo mi alma vibrar, agota.
A veces ocurren resultados sorprendentes. Pero la broma cósmica es que esos resultados nos vienen a mostrar sombras que no nos pertenecen. ¿Qué hacer entonces? Más Luz, más Amor. Más, más, más. De lo contrario es difícil evitar la frustración, la sensación de que es algo "que se nos hace a nosotros". Y no, nadie nos hace nada. Pero el ego existe.
El otro día leía que uno ES el Otro. Y es verdad.
Si yo quiero ver mi luz, no puedo estar con alguien que saca sombras de mí.
Si yo quiero ver mi luz, tengo que estar con alguien que también es luz.

Este mes en Buenos Aires fue duro, largo y tedioso.
Todo es vidriera, todo es maquillaje. Todo es luminaria. Apenas tienen tiempo para preguntarse seriamente por sus vidas. Son sordos. Egoístas. Solipistas. Orgullosos hasta de sus fracasos, pero orgullosos al fin.
Aquí no se puede llevar una vida conectada a otra cosa que no sea a un celular. Y yo quiero una vida del alma. ¿Hace falta que aclare que el Sexo es la esencia del alma?
Entonces yo pregunto –de qué están hechos?-
¿De qué madera son?
¿Por qué tienen tanto miedo?
Por favor, ¡tiren la Cosmopolitan y lean otra cosa!!!
Dejen la charla pajera con la amiga y siéntense a conversar con un homeless.
Interpelen a su Dios. Cáguense a gritos a ver si se escuchan.
Pero reaccionen.

Bueno, que harta ya de estar harta me voy unos días a un lugar antiguo, sencillo, sereno.
Mirar sin acomodar la vista. Salir sin acomodar el pelo. Caminar sin acomodar los pasos. Hablar sin acomodar palabras. Acariciar sin acomodar las manos.
Dormir en una cama de sábanas siempre revueltas, siempre celestes, siempre tibias, siempre ocupadas.
Voy, bebo y vuelvo.
Voy, amo y vuelvo.

Los quiero, y disculpen la lata.

PD: no lean textual, no puedo ser textual.

Sentidos lastimados.

Sentidos lastimados. “trepen a los techos ya llega la aurora”, canta spinetta y a mí me fascina ese tema, sobre todo cuando dice “todos quieren mi montaña (...) solo quedan las alturas"... las alturas... las alturas... me pregunto si las alturas me pondrán a salvo, si habrá un árbol de la vida esperando por mí, afuera no me gusta, afuera no me encuentro, afuera todo es ruido, humo, cielos mezquinos de estrellas, llovizna gris que no huele a tierra, cemento que no huele a madera; sentidos lastimados, miro a la gente que no mira a nadie, alguien que me mira ofreciéndome sexo; miro al que me mira detrás de mis gafas y bajo la cabeza siguiendo mi lectura de diosas y mujeres en minúsculas... afrodita, soy afrodita, también hestia; y hasta soy mónica... me duele la cabeza cuando no estoy donde quisiera estar, o cuando me fumo la angustia contando bocanadas, (una, dos, qince, diez) marlboro light que estás en los cielos, déjame caer en la tentación y no me libres de ningún mal porque no creo en ello... me voy con tu música sonando para mi goce irreductible y secreto, tomo la calle equivocada porque no sé donde estás; siempre te busco en los taxis que atraviesan la ciudad y se me ocurren miles, despacio, como redes de pescadores que se lleva el río y cada tanto vuelven; vacías, con algo, pero nunca es eso... a veces me confunden con una pasajera y entonces se detienen – no, gracias, no pensaba subir- y sigo... y cada paso, cada calle, cada puta baldosa, es más de tu ausencia que piso y salto y trastabillo... soy, me he convertido, en una pasajera solitaria de huellas perdidas, en una buscadora de miradas que no se te parecen, en un cuerpo que duele porque extraña.

@ taking over me – evanescence"

El rastro de tu amor.

El rastro de tu amor. Me pongo una tormenta de mentira mientras recojo mis gafas para verte mejor, en el equipo suena velvet rain y desearía que lloviese sobre la pantalla azul de mi computadora para comprobar que la century gothic no es tan gótica como para desangrarse en negro cuando la tengo en blanco mientras el cursor amarillo titila a modo de segundero que acompaña mi latido de loba miope y qué poco falta para que tu bocina suene y yo diga –ya va- como si acaso escucharas pero vamos, ya sabemos que son cosas que una se dice para llamar como varita mágica a los objetos que a última hora tienen la gnómica costumbre de desaparecer, -¿dónde diablos dejé las llaves? y mientras le arrebato las llaves al cuello de la botella que guarda tus flores, ¿dónde están los cigarrillos?, ¿apago la vela o la dejo encendida?, otra vez la gata durmiendo entre mi ropa- el teléfono suena pero yo no estoy, que atienda mi alter ego mientras busco la chalina que tanto me gusta y escucho como al pasar que S. me invita a salir esta noche- aburrimiento garantizado- y por supuesto no pienso ir, porque hace rato que hago únicamente lo que quiero, y lo que quiero es que te apures y llegues cuanto antes porque mi tolerancia a la frustración se está frustrando y yo que la creía mejorada pero mi analista tenía razón, aún falta trabajar aquel episodio –cuando me dejaron sola en la puerta del colegio- y yo me largué a llorar porque pensé que ya nadie vendría por mí, justo cuando mi hermano acababa de nacer y a mí que me partiera un rayo porque yo no tenía pito -y que bonitos son los rayos de velvet rain- yo quiero una lluvia de terciopelo para que no se me corra el maquillaje, adivino que en tu descapotable quedaré hecha un desastre y con el pelo revuelto pero fingiré una sonrisa glamorosa mientras en silencio te mandaré al infierno porque nada sabes de mujeres; nada, estúpido engreído que precisas un auto que parece una vidriera sin techo para sentarme a tu lado como maniquí, mientras te gusta deslizar la mano por debajo de mi falda cada vez que te detiene el tráfico en la avenida, y no te importa que te lo haya prohibido hasta llegar a la autopista porque ése fue el trato, que en la autopista lo que quieras… en la autopista yo vuelo y soy isadora y cabalgo sobre tus hombros y me quito los zapatos para clavar mi freno justo allí; cuando las agujas marquen los 200 y bunbury y calamaro canten una y otra vez ¿dónde estás?, y vos pienses en tu chica y yo en el mío – me he pasado tanto tiempo buscándote, y la fila es tan grande pero tu amor tan pequeño – y hartos de no correspondencias nos lanzamos a la nuestra, que no es perfecta, que es idiota, que es ligera pero que importa si no es para siempre, si sólo seré la reina de tu soledad y vos renunciarás al sueño de tu libertad y respetaré la letra para no faltarle el respeto al deseo de llenarte la boca de risas y besos obscenos.
¿cuándo vas a quererme,
cuando vas?

De mujeres y lobas.

De mujeres y lobas. Tengo un amigo que si no fuera mi amigo sería un hermano. Y si no fuera un hermano sería un marido.
Por eso es mi amigo.
Se encarga de resolver esa clase de asuntos que detesto.
Yo relajo, él disfruta.
Hoy me llevó al taller donde descansan los despojos de mi auto.
Nunca me hice cirugías. Pero supongo que la sensación debe ser parecida.
Fue como quitarme las vendas lentamente frente a un espejo.
Y ver a una mujer sin estrenar.
Que raras somos las personas. Mientras el chapista mostraba orgulloso su trabajo, yo "acariciaba" el capot, el techo, las puertas.
Mi amigo hablaba de repuestos, faroles, baguetas. "Yo daba vueltas alrededor de mi alter ego emocionada."
Lo que quiero decir
es que hasta le hubiera preguntado
si dolió mucho.

(.)

Temo que mi escritorio se desplome en cualquier momento.
Mi parte más ilógica quitó las pequeñas piedras que me acompañaban y las reemplazó por un ejemplar de amatista de no menos de dos kilos, una drusa de cuarzo nevado y un trozo increíble de madera petrificada.
Me pregunto para que me estaré preparando.
Nunca lo se con anticipación.
Pero ya aprendí a seguir a la loba.
Cuando aúlla yo la escucho...

(.)

- Hoy me pregunté durante todo el día qué hago aquí...
- Yo también.- Le contesté al Gringo, antes de cortar.

La diferencia es que yo conozco la respuesta.
Aquello que no me permite atizar el fuego del hogar.
Y aguardar en la ciudad. Para saber con qué me voy cuando me vaya. O por qué me quedo si no voy.
¿Quién dijo que la distancia es relativa?
¿Relativa a qué?
Para mí es tan concreta como un llamado de mi abogada, como la enfermedad de mi hija, como los problemas con el resto de mis hijos, como el cobro de un cheque que no llega, como todos los ni y los so con que tratan de conformarme ante cualquier demanda. Hablo de mis retoños. Tan amables como detestables.

- el 18 es mi cumpleaños (les recuerdo), ¿van a venir?

- … mmmmmpsn …

Y entonces me callo lo que sigue:
Porque si no van a estar yo tampoco quiero estar.
Porque si no duermen en casa duermo sola y ya no quiero dormir sola.
Porque si dicen que vienen y no vienen, yo igual los espero.

Toda la sarta de indecisiones y manipulaciones adolescentes… resultan en distancias NO relativas. Que caen con el peso de una sentencia que dice: “no volverás a rehacer tu vida así nomás, ja ja ja.”
Sangre sudor y lágrimas. ¡Eso es una madre! (¿?)
Porque las madres somos como las barbies. Venimos asexuadas. Sin vello púbico, sin deseos, sin ideas locas en nuestras cabezas.
Sin contingencias.

- y bueno ma, ¿para qué te enamoraste de alguien que vive a 800 kms?
¡Como si yo tuviera respuesta a ESO!

(.)

Ayer mi hija me dio a entender que le gustaría una madre “más fashion”.
- ¿qué???
- mmmpsi…más… no sé… (mientras hacía ademanes sobre su cabeza)
- ¿qué pasa con mi pelo???
- mmmbueno… (mientras hacía ademanes sobre su cuerpo)
- ¿qué pasa con mi ropa???
- nooo, todo bien...

Creo que me vio a punto de llorar.

No sabe que la semana pasada me hice un control ginecológico. Y que el imbécil de mi siempretanbronceadomédico, me decía:

- tendrías que ponerte una pequeña prótesis…
- ¿a dónde???
- en las mamas.
- ¿qué tengo???
- ¡nada! es una cuestión estética… te quedaría muy bien.

Volví a casa, (reconozco que un tanto enajenada), tomé el teléfono y le conté al Gringo.
- pero yo no quiero tocar plástico… me decía.
- que suerte mi amor.

Que suerte que siempre me veas bella, aún en todas mis versiones.
Porque cumplir 47
no resulta nada fácil,
¿sabés?

@ Woman- John Lennon

Indigo / Verde.

Indigo / Verde. Hablando de cuerpos… el Gringo y yo hemos decidido ponernos al día con nuestros respectivos órganos y sistemas.
Nuestras conversaciones telefónicas son de lo más eróticas.
- Fui a ver al urólogo.
- Yo estuve con el ginecólogo.
- Mañana me toca ir al gastroenterólogo.
- Yo mañana tengo mamografía.
- Me tienen que hacer una esofajonosecuanto…
- Ya me hice el PAP.
Cortamos excitadísimos. Demasiada tensión sexual.

¿Se acuerdan del taroskero?
Parece que las cartas vienen hablando verdades.
Hoy tuve que tomarme unas gotitas extras de Rivotril.
Tengo una contractura en el cuello de la puta madre.
Confesiones al sol. El que entraba por la ventana de mi dormitorio.
El humo de los cigarrillos bailaba un tema de Bjork con el humo del sahumerio.
Mateo le dice al Gringo que compro sahumerios porque me gusta “decorar el aire”.
Niño índigo.
Niños índigos por todas partes.
Y adultos todavía verdes.

Ayer compré un perro.
Estuve (estos días) convencida de que me iba a morir. Me decreté en estado pre – mortem. Y miré mi vida y mi futuro con nostalgia. ¿Cómo se puede tener nostalgia por algo que todavía no llegó?
Entonces me di cuenta de que hay cosas que necesito por mucho que le joda a mi parte rebelde way.
La rebelde way es la que se pelea con su mamá todo el tiempo. La que dice “que me importa”. La que cree que puede.
Que puede todo.
Que puede todo sola.
Que puede todo sola y mejor que nadie.
Que puede todo sola y mejor que nadie se meta conmigo.

Mientras limpiaba el baño hacía testamentos.
Hacer testamentos mentales es un ejercicio revelador.
Los buenos de tu historia son los que heredan.
Los que te desheredaron no heredan nada.
Cuando el ginecólogo me aseguró que lo que tenía no era un cáncer sino una ovulación, salí del sanatorio y me compré el perro. Tan dichosa estaba.
Todavía me pregunto qué suponía yo que estaría comprando.
¿Vida?
¿El bebé que ya no puedo tener?
¿Qué?
Cuando llegué a casa con el perro de nombre inconfesable y no pregunten por qué; olfateé algo raro. Una sensación de deja vu que al comienzo se me antojaba extraña. Me ganó una angustia espantosa.
El perrito ya no me parecía simpático.
Tomé el teléfono.
- Hola, ¡tengo una sorpresita! ¿pasás por casa?
- ¡Hola chicos no saben lo que tengo! ¿porqué no vienen a casa?
- Hola, después hablamos del banco, ¡a que no sabés que tengo! ¿querés subir a casa a tomar un cafecito?
- Hola mi amor, claro que te extraño, ¡adiviná que compré! ¿CUANDO LLEGÁS???

Pánico.
Mi perro (el oficial, no el recién llegado), me miraba con sus ojos acostumbradamente desorbitados mientras se acomodaba rápidamente en su cuchita. La gata se erizó como poseída y corrió hacia la cama, que es su / nuestro trono.
Sentí el odio de mis bichos. Sus celos y recelos. Sentí como, poco a poco, el ambiente de mi casa se iba transformando.
Ya no sería mi armónico refugio. En el que tres criaturas (ellos y yo) habíamos logrado un ensamble perfecto.
Pasé la noche como pude.
Cuando me levanté, esta mañana, la mano me temblaba contra el picaporte.
Demasiado silencio.
Llamé al perro de nombre inconfesable y el peludito vino corriendo hacia mí… patinando como en holliday on ice sobre kilos de caca y litros de pis y la puta madre que me parió por tarada.

Ahora tiene hogar sustituto.

Pero cada vez que suena el teléfono…
vuelvo a temblar.

@ The whole of the moon - The Waterboys

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** el de la foto es el oficial **

Las piedras hablan.

Porque hoy las piedras hablan
y un nuevo mundo estalla
del corazón a los labios.

Aute.

Esta noche hubo fiesta en el departamento de arriba.
El mismo lugar del que anoche salían gritos e insultos.
Portazos, tacones, un hombre exasperado. El llanto de una mujer. Más portazos.
Mi cabeza se iba de viaje buscando recuerdos.
Hay situaciones que ya no tendrían lugar en mi vida.
Tanto me acostumbré al silencio. A la soledad. A otra clase de lenguaje.
Tarde o temprano alguno se irá. Porque sabrá que el amor no era eso.

Seis adolescentes tocaron frenéticamente a mi puerta.
Venían preguntando por sus destinos. Pidieron mis runas.
Se fueron sabiendo lo que ya sabían.
Y yo sentí la pena en sus rostros.

Estuvo lloviendo mientras buscaba palabras. Y buscando palabras me quedé sin cigarrillos.
Pasó Joplin, y pasó Jezebel; y yo sin palabras, ni paraguas.
Sí, me puse un abrigo sobre el pijama y bajé buscando a Buades. Tal vez me esperaba para salir a pisar corazones bajo charcos. Pero Buades no estaba. Ni él ni los hinchas de Boca. Tampoco mi vecina, la vieja del fox terrier.

Ya saben, ya lo conté; el trayecto incluye pasar por el taller de Tiziano, el de las esculturas.
Hoy no había música, ni luces encendidas iluminando vírgenes y sapos. Hoy todo era tan real, y la magia tan cruda y bella.
Melancólica.
Una joven romana se inclinaba semidesnuda sobre un cántaro vacío. Miré sus pechos, pequeños; de pezones ausentes. La contemplé fascinada lo que duró mi eternidad.
Entonces pude ver las gotas en su rostro. Los restos de la lluvia a punto de caer, de dejar de ser poesía. Para mí.
Y me pregunté porqué… porqué simplemente no salgo a comprar cigarrillos.

Y me fui sabiendo lo que ya sabía.

@ The Reason- Hoobastank

Llamado a la solidaridad.

Hace dos días que no abrimos el boliche por cuestiones que no vienen al caso.
Hace dos días que no me quito el pijama y la bata más que para bañarme.
Hace dos días que ando entrecerrando puertas.
Hace dos días que (evidentemente) prefiero leerlos a ustedes, y no por falta de opciones.
Y encuentro temas recurrentes. Cambios y soledades.
Otro tema es el hartazgo al silencio. El rescate del sentimiento de ser uno mismo para no asfixiarnos. El grito del YO. El “escuchame, por favor”. El “a mí me pasa lo mismo”. Abrazar ausencias, construir paredes sin puertas, no tener otra piel donde huir.

Adentro y afuera es lo mismo.
Estoy organizando la fiesta del día del amigo en Aonikenk.
El teléfono no para de sonar. Mujeres artistas, periodistas, peluqueras; todas arrancan con la misma pregunta: “Mon, ¿vas a invitar hombres, nooo???... mirá que somos veinte… a lo mejor treinta… me quedan diez más por confirmar… mirá que ya estoy haciendo la promo por la radio… decime… van a ir los amigos de fulanito, nooo???”
Y yo ya no sé que decir.
Me pongo a ver programas idiotizantes como “Doce Corazones” para tratar de entender cual es la química, el secreto de tanto desencuentro.
Ya averigué que los signos zodiacales no tienen la culpa.
¡Han llegado a pedirme que los hombres (aún no sé cuales), no sepan (shhh!!!) que habrá mesas ocupadas por el género FEMENINO!!!
¡Las mujeres están teniendo miedo de ser mujeres!
¡Los hombres se las arreglan fenómeno!
En la fiesta de la semana pasada, eran cuarenta energúmenos bailando entre ellos. Y yo me convertí, de buenas a primeras (porque pueblo chico infierno grande), en la mujer más envidiada de Merlo porque cuarenta sopencos me gastaron los pies.
Pero bien que me vengué… no contaban con ciertas habilidades que aún conservo… y a más de uno tuvieron que venir a rescatarlo del suelo al son de la bamba, mientras el Gringo ponía los ojos en blanco y recitaba Ommm Rammma Ommm…

¿Alguna idea?

Primer día.

Después de una siesta eterna el gringo me despertó con un café y un tema de Spinetta:

"Si a tu corazón yo llego igual
todo siempre se podrá elegir
no me escribas la pared
sólo quiero estar entre tu piel.
Y si acaso no brillara el sol
y quedara yo atrapado así
no vería la razón
de seguir viviendo sin tu amor"


Y encendió sahumerios y una vela rosa.

Dotados de hermosura.

Dotados de hermosura. “Before the day I met you, life was so unkind.
But your love was the key to peace my mind,
cause you make me feel
like a natural woman.”


Hoy tomaba café con una amiga. Le hablaba sobre una persona.
- ¿Pero qué te pasa?
- No sé.
Y se lo decía perpleja.
- No sé.
Repetía.
- No sé. Es todo tan…
- ¿Tan…?
- Tan perfecto.

--- haga clic con el botón secundario del mouse para ver las sugerencias gramaticales ---

¿Qué? ¿No le gustó a mi mouse la palabra “perfecto”? ¿Quién dijo que necesito sugerencias de un ratón inanimado? Pero me dio curiosidad. Hice clic.

Perfecto: “dotado de hermosura”.

Eso…
Eso me pasa. Vivo una situación “dotada de hermosura”. Con un hombre “dotado de hermosura”. En un momento muy difícil, en una larga etapa carente de toda hermosura, absurdamente cruel.
Polaridad. Contrastes. Distancias. Silencios. Castigos.
¿Cómo juntar lo uno con lo otro?
Camino rozando una pared en la que cuelgan marcos.
A medida que avanzo descubro espejos en mi rostro.
Pero en otros, todo lo que hay es vacío.
Nada.
Y en esa nada también me reflejo: me pierdo. No me veo. Allí no estoy. Lloro. Tengo miedo. Mi pecho se hunde en un repliegue defensivo. Me debilito. Busco mis entrañas. Un vientre que me aloje.
Yo, mi madre.

Para parirme solo cuando esté segura de haber sanado.

O que pasó el dolor.
O el tiempo.
O que los muertos se han muerto de verdad.
O que quienes me enterraron adviertan que respiro.
Viva en la tierra de los muertos.
Muerta en la tierra de los vivos.

Así no se puede. Así no se debe. Así no quiero.

Al carajo con la corte de mentirosos, impunes, cobardes, monstruos y monstruitos, engreídos, tilingos, pusilánimes, deprimidos, conflictuados, asustadizos e indecisos.
Al carajo con todo aquello que parezca un hombre pero no lo sea.
Al carajo con todo aquello que parezca una familia pero no lo es.
Al carajo con las habladurías, con los imbéciles que creen poder participar de tu vida como si fuera un reality y entonces proclamar: “Mon, estás nominada”.

Un hombre “dotado de hermosura” me espera.
Un hombre que, como en la canción de Ana Belén, me llenó el corazón con leyendas de sal… y en los días que en mí se quedó… fue llenándome de paz.

Él se quema los pies, aunque yo no le de cuanto soy.

@ A natural woman. Carol King.

El "taroskero" y yo.

El "taroskero" y yo. Tenía frío. No estaba desabrigada pero tenía frío. A pocos metros había una remisería. Pero yo necesitaba caminar, despejarme, acababa de pasar por una situación difícil y todo lo que precisaba era una bufanda y un café.

Encontré la bufanda, pero el negocio no abriría hasta pasados diez minutos. Una eternidad.
Seguí caminando.
Me detuve en un kiosko a comprar cigarrillos.
Luego pasé por un local que vendía bonsáis y jardincitos orientales.
Tan minimalistas que aburrían.
Entonces vi el cartel: “martes y jueves, Tarot”. Miré hacia el interior buscando cortinados rojos, algún letrero de neón, una mujer esotéricamente gorda, algo.
Sólo había un par de chicas con cara de embole.
Entré, mostré interés por los arbolitos made in taiwan… mientras trataba de decidir la conveniencia o no de mi debut en el Tarot.
Recordé todas las veces que algún brazo me arrancó de las mesitas de Plaza Francia.
Esta vez no había brazos.

- Sí, ya te lo llamo.
- Bueno.- Yo.

¡El kioskero!!!
Decidí no ser prejuiciosa y darle una oportunidad. Caminé detrás de él sintiéndome más perdida que Gastón Pauls entre los góticos.

Voy a obviar lo más jugoso, perdonen.

Última tirada. Pregunto por uno de mis hijos.

- Peligro inminente de embarazo. Dice el taroskero.

- ¡Pero si la novia está tomando píldoras! Salto. Al mejor estilo nometoquesamineneyeguaqueyamelasvasapagar.

- Mhmmm… yo no estaría tan seguro.

Pago, besos, me voy.

Mensajito en el msn para mi hijo: ¿querés llamarme por favor?

- Hola mom, what’s up?

- What´s up??? What´s up? Yo te voy a decir que what’s up...

- ¿Todo bien? pregunta el niño.

- Sí, todo bien… la casa bien, el perro bien, la gata bien… ¿tus cosas? ¿TU NOVIA?

- Yo bien, estoy yendo para Carpaccio a comer algo, ¿qué me sugerís mom?

- Algo livianito.

----(silencio)----

- Bueno… ¿Y PAU?

- Ehhh… ehhh… creo que iba al médico. Tiene…

un…

tiene un…

ATRASO,

¿sabés?

Nunca subestimen a un taroskero. Cuesta mucho menos que poner un detective, y da consejos más sensatos que una abuela.

@ Santería. Sublime

Fotografía: yo
Arte Digital: yo también.

La triste costumbre de ser alguien.

La triste costumbre de ser alguien. Dicen que existe una piedra capaz de enfrentarnos con el minotauro que come los pastos de nuestra memoria.
Los recuerdos que creemos perdidos fermentan en su estómago.
Algún precio hay que pagar por la ignorancia. Si llegara a lo más profundo de mí, ¿podría amarme?
Inventamos toda clase de cosas para transitar por donde no podemos.
Inventamos aquello que no somos.
Ni cobardes ni valientes.
Tenemos un nombre y ni siquiera importa el apellido.
Tampoco somos ese nombre.
Somos ese lugar al que nadie llega.
Somos un lugar que algunos encuentran antes que nosotros.
A veces somos un paradero desconocido.
¿Cómo puede ser que alguien crea encontrarnos cuando somos un paradero desconocido?

-Perdón. Usted está en la dirección equivocada.
Yo no soy esa.

No puedo serlo cuando aún no descubrí donde encontrarme.
¿Hay que saberlo?
¿Hay un lugar al que se deba llegar?
Vuelva por donde vino, y primero trate de encontrarse a usted mismo.
A mí me ocupa más el tiempo que el espacio.
A veces una hora es decisiva.
A veces en una hora nacemos y morimos treinta veces.
¿Cuánto tiempo estamos aquí? ¿Cuánto tiempo estamos allí?
Y allí, ¿a dónde queda?
Mejor vuelva por donde vino.
Y solo después, cuando usted se haya encontrado; y yo me haya encontrado, entonces, tal vez, quizá, quien sabe, algún día, veremos…
Mientras tanto juguemos a que vivimos.
A que sabemos.
A que somos.

A que sabemos quienes somos.

Porque nadie se atreve a temblar de miedo.

@ Sound of silence. Emiliana Torrini.

How can we mend a broken heart.

How can we mend a broken heart. Qué linda que estás… sos un caramelo… (1)

- ¿Me llevás?- pregunta ella.
- Claro- responde él.
Pero ella se quedó en plan de confesiones.
Y un cigarrillo dio paso a otro… y a otro.
Y de pronto advirtió la presencia muda de él, y le dijo “mejor andate, me tomo un taxi”.
- De ninguna manera, no quiero que andes sola a estas horas, yo te espero.
Y ella siguió. Habló como acostumbra, sin pelos en la lengua.
Él escuchaba. Sus amigas opinaban. Desnudaban.
- Bueno, vamos- dijo ella.
- Dale- dijo él.

-¿En qué boliche la seguimos?
- En ninguno-
- Pervertime un poco- soltó él.
Ella le dio tanta importancia a su sugerencia como a su presencia muda. Ninguna. El alcohol. Pensó.
Entonces subió a su auto, comentó algo sobre el fresco de la noche, y se fueron hablando de bueyes perdidos y de lo mal que se la veía a fulana.
Amigos.
Eran amigos.
Hasta que él estacionó el auto en la puerta de su casa.
- ¿Nos despedimos?
- Claro- dijo ella.
Y él le estampó dos besos.
Sin tiempo a nada.
- Cuidate, quiero que estés bien- fue toda su respuesta.
Un amigo solo.
Que no decide su divorcio.
Que tiene hambre de ternura, no de perversiones.
Una amiga que supo verlo. En lugar de ofenderse estúpidamente.
Gente grande.
En abandono.
Buscando.

Y no encontrando.

(1) "Mi caramelo" de Bersuit Vergarabat

*Supongamos.

*Supongamos. La biblioteca que puse en mi cuarto ya se desplomó tres veces. Tuvo que llegar el gringo para sujetarla como corresponde, mi sistema “Monfix” no funcionó. Hay tantas cosas que parecen no funcionar últimamente.
Cuando terminó su trabajo me dijo “¿ves que necesitás un hombre en tu casa?”.
Por supuesto, no esperó mi respuesta. Todavía estaría pensando que decir.

No sé, es extraño. Me adapto perfectamente a la vida en su casa. Pero mi casa es mi casa.

Ya convertí la mesa del comedor en taller de pintura. Y quedará así mientras no haya un hombre con tornillos en las manos.
Ahora hay un ángel esperando por mí. Me hartan los querubines de rizos dorados y cachetes rosados. Hasta las imágenes religiosas parecen xenófobas.
Siempre me gustaron las Vírgenes negras.
Las muñecas negras.
La música negra.
Los manteles negros.
Las piedras negras.
Definitivamente, pintaré un angelito negro. Como las sombras.

¿Crisis literaria? Sí, esto es para vos. No creo en las crisis literarias. Creo en la mirada que tenemos, mejor dicho en el objetivo sobre el cual fijamos la mirada.
Hoy ves tu crisis en las letras. Mañana la verás en tu pareja. La semana próxima en tu situación financiera.
No me pidas opiniones. Yo vibro con tus escritos. No con todos. Porque escribas lo que escribas siempre voy a tratar de encontrarme allí.
Y cuando no vibro, es porque allí no estoy. Están otros. Otras. Pero siempre habrá alguien de un lado.
Y vos, siempre vos, del otro.

¿Qué pasa cuando del otro lado (supongamos un monitor), hay alguien? Y resulta que decimos “hola”. Un hola nada más. Un simple hola.
Y la respuesta es silencio-seguido-de-desaparición-del-monitor.
Razonamiento “técnico”: estar online es exponerse a ser, supongamos, saludado. Para no ser, supongamos, saludado…existe la opción del block.
Razonamiento “humano”: ¿Qué poder destructivo tendrá un hola? ¿Qué fantasías activará? ¿Qué miedos? ¿Qué proyecciones?
Sé que me leés. Y cuando te dije “hola”, lo hice sabiendo que existía esa posibilidad.
No necesito fantasmas en mi monitor, escritor que atesoras soberbia como diamantes.

“En una vida llena de alma nunca falta la sombra, y parte del poder del alma se genera en las características de la sombra. Si queremos vivir desde nuestras profundidades –en plenitud de alma-, entonces, a medida que la sombra se oscurece, tenemos que renunciar a toda pretensión de inocencia.” 1.

1: El cuidado del alma. Thomas Moore.
*Supongamos: tema de Aute.